miércoles, agosto 30, 2006

Colmados de esperanza (II)



En reiteradas ocasiones, desde la Cumbre del Milenio, celebrada en Nueva York, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz se refirió al apoyo a la lucha contra la enfermedad, para cuyo enfrentamiento muchos países pobres, sobre todo de África, carecen de recursos y hasta de la infraestructura necesaria. La Isla puede aportar personal debidamente capacitado, como ayuda a la Organización Mundial de la Salud, pero todavía no hay una respuesta conveniente por parte de las naciones más desarrolladas.
No podemos continuar viendo cómo mueren diariamente millones de personas, entre ellos niños, para actuar contra el mal. Con recursos y personal se podría lograr la sobrevivencia de buena parte de los infectados y evitar que siguiera creciendo el número de huérfanos.
El Presidente cubano ha dicho: "no hay país que pueda desarrollarse, cualesquiera que sean los recursos, si tiene un 25 por ciento, un 30 por ciento de personas infectadas, millones y millones de huérfanos. A mi juicio, eso significaría, realmente, el exterminio de naciones enteras de África, y es posible que de una gran parte del continente africano. Esa es la realidad".
Cuba trata a los pacientes, en correspondencia con el estadio del contagio: Si están enfermos y deciden su ingreso, les brindan una esmerada atención. Reciben también el curso Aprendiendo a vivir con el VIH y la alimentación balanceada, de cinco mil 500 calorías diarias. El hecho de adecuar la nutrición a sus reales necesidades y la medicación alternativa con productos biológicos, ha posibilitado reducir el síndrome de adelgazamiento progresivo.
Mientras muchos países no pueden con un panorama que los asfixia, la Isla, destina cuantiosos recursos a atender un contagio costosísimo. Nadie quede abandonado: es la máxima. Por ello, pacientes y especialistas dan lo mejor de sí, en una suerte de canto de fe y optimismo cuando, cada amanecer, la vida se aferra a la esperanza, aguardando la cura definitiva

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